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¿MANDAR O GOBERNAR? José María Rodríguez Díaz (2007)


   Non é a primeira vez que José María incide na distinción entre o ‘mando, ordeo e faigo saber’ e o bo goberno. E, en concreto, no ano 2007 fíxoo máis dunha vez, como en ‘Mandar y gobernar‘, dúas semanas antes deste artigo e con parágrafos exactamente iguais. Polo demais, un artigo onde se manifestan detalles da ideosincrasia de José María, como cando fala ó final do artigo da compartición por parte do alcalde do poder cos cidadáns.

Sábado, 26 de mayo de 2007


¿MANDAR O GOBERNAR?


• Publicado por jmrd_ribadeo a las 20:27

He aquí dos formas distintas de ejercer el poder: Mandando o gobernando. Dos conceptos aparentemente muy similares, que mucha gente confunde, pero que esconden una clara diferencia entre ellos en la forma de ejercer el poder. A esta confusión contribuyen, sin duda, la corta experiencia democrítica que hemos tenido sobre el modo de ejercer el gobierno, después de la trayectoria autoritaria de casi cuarenta años que hemos vivido y de la que aún estamos contaminados.


¿En dónde está la diferencia entre ambos conceptos? Mandar es una forma de ejercer el poder, con la fuerza de la imposición y de la bota, ignorando a los demás. Es el clásico ‘ordeno, mando y hago saber’ con el que se dirigió la vida política de nuestro país durante largos años y que aún hoy perdura en la expresión ‘por orden del Sr. Alcalde se hace saber’ que utilizan nuestros alcaldes en sus decretos. Ejemplos tópicos de esta conducta pueden ser ciertas actuaciones del alcalde de Ribadeo, el Sr. Vacas, cuando aprobó con sólo los votos de su partido y la oposición del pueblo los convenios urbanísticos que luego la Xunta le denegó o la aprobación del convenio salarial de los funcionarios, con la oposición de los otros partidos y la protesta del pueblo. Gobernar, sin embargo, es otra cosa. Es tomar acuerdos, fruto del diálogo y del consenso con el pueblo y la oposición. Implica el compromiso de enfrentarse a las decisiones que se han de tomar, siempre dentro de un espacio de diálogo con los demás. Mandar es una postura fácil y cómoda que está al alcance de cualquiera que ostente el poder. Gobernar, sin embargo, es privilegio de pocos. Sólo de aquellos que tienen capacidad para dialogar y compartir el ejercicio del poder con el pueblo. Las consecuencias que se derivan de cada una de estas dos formas diferentes de ejercer el poder son evidentes.


Los que ejercen el poder a base de mando suelen hacerlo en solitario, siguiendo únicamente sus criterios personales. No aceptan las opiniones ajenas de los demás. Esos tales suelen tomar decisiones autoritarias, ajenas a los problemas reales del pueblo. Al pueblo le toca, únicamente, obedecer, sin poder participar, ni dialogar, ni discutir lo acertado o equivocado de las decisiones que se toman desde el poder. Los que gobiernan, en cambio, someten sus decisiones al criterio de los demás, cultivando la participación y el di´alogo con los vecinos. Sus decisiones son fruto de la opinión formada y compartida con la aportación de los gobernados. De esta forma de ejercer el poder, sin embargo, no podemos aportar ningún ejemplo. Mandar, pues, está al alcance de cualquiera que ostente el poder. Pero gobernar es privilegio de pocos. De estos dos diferentes estilos de ejercer el poder hay sobrados ejemplos en nuestros concejos, en los que, por ser más cómodo y fácil, abunda más el número de los que mandan que el de los que gobiernan. Son los viejos estilos y formas que aún siguen vigentes en aquellos que se escudan para mandar en las obedientes mayorías que los apoyan en las urnas o que obtienen de los pactos entre partidos.


Ribadeo va a elegir mañana a su alcalde. La voluntad popular, manipulada por las conveniencias de la ley electoral que no respeta las mayorías de la democracia directa, le va a otorgar el poder mediante unos pactos. ¿Para mandar, o para gobernar? He aquí dos actitudes a las que ha de enfrentarse el nuevo alcalde. Con la investidura en el cargo corre el alcalde el peligro de creer, como los papas, que el Espiritu Santo le ha concedido, también, el don de la infalibilidad para tomar decisiones en solitario. Y así, o bien, se dispondrá a ‘mandar, ordenar y hacer saber’ a su antojo, ignorando la voluntad y los criterios del pueblo. O bien al contrario, ¿estará dispuesto a compartir el poder con los ciudadanos, mediante el diálogo y la consulta, para poder gobernar, en vez de mandar? Una incógnita que el tiempo se encargará pronto de desvelar.-

José Mª Rodríguez

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