Ribadeo e as miñas cousas (chámalle Blog / Weblog / Bitácora / Caderno … )

Hostelería: servicio y costumbre. Pablo Mosquera


Galicia presume humildemente -muy del carácter galaico frente a vecinos vascos y astures- de buena mesa, hospitalidad y excelente oferta entre la naturaleza y el descanso aderezado con excelentes productos procedentes de la mar. Primera afirmación. Somos un territorio grande por la oferta que disponemos para el viajero.

Galicia ha sido descubierta por otros españoles con razón: clima, belleza, románico, costa inmensa en cantidad y calidad de sus playas, costumbres y excelencia hospitalaria que disfrutan de manera muy especial y luego comentan los peregrinos que hacen el Camino a Compostela. Cualquier parroquia da buena y cariñosa posada al romero.

No somos el Mediterráneo. Este lugar camino del Finisterre es como dijo Alvaro Cunqueiro, el reino de la Lluvia. Somos un pueblo viejo, con idioma propio y un extraordinario patrimonio histórico, cultural, costumbrista, religioso -Celtas cristianizados- ecológico. Tenemos nuestra forma de estar en el mundo, eso que llamamos vivir en gallego y como gallegos.

A pesar de nuestra situación geográfica peninsular hemos recibido y muchas veces sufrido invasiones de otros pueblos, ya fuera por esa autopista que es la mar, ya sea por esas leyendas de riquezas escondidas, ya sea por los movimientos migratorios que produce la oferta de trabajo en un país de los gallegos que han asumido industrias cuando otros o no las quieren o se les agotan. De inmediato me viene al pensamiento, la épica ballenera desde vascongadas a La Mariña; o la implantación de la factoría aluminera en plena recesión asturiana y berciana.

Me sucedió hace unos días. Sábado. Viaje a O Cabo do Mundo en los acantilados de la Capelada y el santuario de Teixido. Tratamos que nos dieran de comer en una tasca de Ortegal. De inmediato la advertencia. ” la cocina cierra a las 15:30 “. Era imposible conciliar nuestro recorrido por el mágico San Andrés y el recorrido con nieblas y curvas para sentarnos a la mesa, revisar la carta y pedir la comida. Menos mal que nos atendieron en una de las cantinas del maravilloso lugar que vive de los viajeros en esa cita con la leyenda del Apostol, una barca de piedra y una advertencia para el que no visite tal lugar de vivo.

Hoy en día en la antigua provincia de Mondoñedo hubo un cambio generacional en la hostelería. Aquellas casas de huéspedes y comidas en el primer tercio del siglo XX, en el siglo XXI son hoteles y casas de turismo rural, muy profesionalizadas. Pero las viejas y costumbristas tabernas de antaño se han convertido en cafeterías, bocaterías y presuntos restaurantes. Aprovechan emplazamientos céntricos y huyen de las tradicionales parroquias. Pero lo peor es que quienes explotan tales negocios son gentes más bien jóvenes llegadas del paro, la falta de formación emprendedora y un atrevimiento inaudito sólo superpuesto a su indigencia cultural con absoluta falta de respeto para la realidad histórica de nuestra comarca galaico mariñana. Como decía mi querido tío Manolo, vienen a darnos lecciones, perdonarnos la vida, salvarnos de la presunta “miseria” y comportarse como depredadores del respeto a nuestro pueblo.

Pongo un ejemplo muy ilustrativo. “Garito con terraza en plaza céntrica”. Bocatería. Gestionado el negocio cada al público por emigrantes procedentes de la España minera. Teoría que desarrollan. Las tapas son tan sólo una cortesía de la casa que dan a quien consideran ungido por la simpatía de la antipatía. Además el negocio cierra a la hora prevista para la comodidad de los “dueños” que esgrimen su derecho a comer en su domicilio. No puedo aceptar tal chulería y me sorprende que mantengan clientela sostenible ante tal “supremo criterio profesional”.

Menos mal que algo se está moviendo. La invasión de aprendices soberbios para una hostelería hortera con pretensiones está dando paso a gentes aborígenes gallegas, con apellidos de ilustres familias marineras, que vuelven a desarrollar el comportamiento hábil y pegado a nuestro mundo. Espero, deseo y exijo retroceder para avanzar. ¡Que se vayan los extraños invasores catedráticos del postureo y casi siempre discentes de la impostura!.

Pablo Mosquera


Unha resposta a “Hostelería: servicio y costumbre. Pablo Mosquera”

Deixa unha resposta

O teu enderezo electrónico non se publicará Os campos obrigatorios están marcados con *