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LA ESCOLLERA DE FIGUERAS Y LA MAGDALENA DE PROUST. Gonzalo Moure


 

LA ESCOLLERA DE FIGUERAS Y LA MAGDALENA DE PROUST

Pepe, de mote Piruleira, el último “carpintero de armar” de
Figueras, probaba siempre el café con leche, cabeceaba un poco y
murmuraba para sí: No es lo mismo. Claro que no. Un día me confesó
que cuando era niño y monaguillo el cura le pedía que le trajera un
café de la cocina, y que en el rellano, cuando nadie le veía,
mojaba un trozo de pan en el café con leche del cura y se lo comía.
Llevaba toda la vida intentando recuperar aquel sabor, sin
conseguirlo. Como Proust y su famosa magdalena. Como una mujer de
Figueras que el día de la protesta en el muelle contra el
muro/escollera que pretenden poner en la ría (120 000 toneladas de
piedra), se quitó la camisa, y en mallas y sostén bajó corriendo
por el muelle (el que pretenden demoler) mientras gritaba: “¡Aquí
aprendín eu a nadar”. Y se tiró al agua, en un lugar en el que ya
no habrá agua, sino piedra y fango. Yo también. Me he bañado en
muchos mares, pero ninguno le ha sabido a mi piel como aquellos
chapuzones y buceos en el muelle de Figueras, como cientos de niños
que fuimos, que pescamos panchius desde el muro, que nadamos
hasta el tesón (qué lejos estaba entonces).

No es una cuestión de romanticismo. Es mucho más. Lo que el
Principado quiere hacer en Figueras no es solo un muro que separará
un poco más a Figueras de su alma, es una puñalada en el corazón
de la Ría del Eo. No lo decimos los nostálgicos, o no solo; lo
dicen geólogos, biólogos, ornitólogos, marineros, mariscadoras,
acuicultores: Las consecuencias de la escollera pueden convertir
definitivamente a la ría en un mero estuario, sin interés biológico
alguno. La muerte de la ostricultura, la muerte de unas aguas refugio
de invernada para miles de aves de todo el mundo, la muerte de una
ría que solo sería ya una bella postal veraniega en pleamar, que
ocultaría su propio cadáver debajo de la alfombra: lodo y cieno.

Los que nos resistimos a este “riícidio” buscamos el diálogo y
el consenso incluso con el club náutico que persigue este disparate.
Ya hemos conseguido hablar con el propio alcalde, que nos ha animado
a exponerle al Principado nuestras razones, y también nuestras
alternativas, que consisten en reforzar el dique flotante, no demoler
el espigón central, e implementar una marina seca en la que se
puedan poner a resguardo de temporales las embarcaciones que solo se
usan en el verano. El alcalde vio tan razonable esta propuesta que
incluso ofreció terrenos municipales para esa marina seca, y nos
aseguró que el Principado aún no daba el proyecto por definitivo, y
que estaría abierto a esas alternativas.

Lo hemos hecho. El Servicio de Puertos del Principado ya tiene
nuestro escrito, y solo queda esperar, seguir dialogando. Confiar en
que el Principado sea coherente con el litigio que emprendió en su
día contra la escollera de Ribadeo por razones medioambientales, y
no cometa ahora el mismo, irreversible error. Y presionando: el
sábado 9, a las doce de la mañana, habrá una nueva concentración
de ribereños de toda la ría, de Vegadeo, Castropol, Figueras y
Ribadeo, en el mismo muelle. Sería precioso que otros muchos nos
quitáramos la ropa y nos tiráramos al agua con aquella valiente
pixota que se bañó en la primera concentración. Por amor a
la ría.

Pepe ya no está con nosotros, y no sabemos lo que habría opinado.
Pero tal vez también se habría mojado, y al salir, con su boina y
su pitillo en los labios, diría: Ahora sí, oh.

Gonzalo Moure


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