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¡SALVEMOS LA RÍA! Evaristo Lombardero Rico y Gonzalo Moure Trenor


 ¡SALVEMOS LA RÍA!


(RAZONES PARA UN ¡NO! A LA ESCOLLERA DE FIGUERAS)

    Amar a nuestra ría no es querer algo de ella, es amarla. Ahora, una nueva amenaza se cierne sobre ella. Una escollera en el puerto de Figueras, supuestamente para proteger a sus embarcaciones del oleaje, pero también con el fin de privatizar todo el puerto, demoliendo lo poco que queda del muelle de siempre. Una escollera que, de no parar su construcción, sería un nuevo acúmulo de piedras y tierra a la ría, miles de toneladas, y se uniría a la escollera de Ribadeo y a las pilastras del Puente de los Santos, y sería una herida tal vez definitiva.
Pero hagamos historia.

    Comenzaremos por reseñar que en el año 1933 atracó en el puerto de Vegadeo el vapor de hierro Castroalén. De registro bruto, 1321 toneladas, eslora 70 metros, manga 11,2 y puntal 5.  Más recientemente, hasta 1970, existía un tráfico de madera, cemento y otros que transportaban mercantes de hasta 300 toneladas; subían hasta Vegadeo habitualmente. Estos datos nos dan una idea de los cambios en la navegabilidad de la ría de aquel entonces, difícilmente imaginable a día de hoy.

El Castroalén en Vegadeo, 1930. De Memoria_Digital_Asturias. lic. CC BY NC 4.0

       En 2011, Germán Flor –catedrático de Geología de la Universidad de Oviedo– y otros autores publicaron un trabajo que reproduce los registros de ocho fotos aéreas de la ría realizadas por organismos acreditados desde 1970 hasta 2006, en las que se puede apreciar con toda claridad el desmesurado crecimiento de los bajos arenosos –tesones– y particularmente el avance de la Berlinga Norte –tesón de Figueras– en dirección Este, con especial estrechamiento del canal secundario que recorre la costa próxima a esta villa y que sin duda se verá afectado por la nueva escollera que ahora se proyecta, si bien lo niega el Estudio de Dinámica Litoral realizado por un equipo técnico, como veremos más adelante.

       De 1998 conocemos un estudio no publicado realizado por un profesional que comparó las Cartas Marinas Oficiales del Instituto Hidrográfico de 1986 y 1996 encontrándose con un crecimiento de los tesones del 22 %, un incremento significativo del calado en el canal que recorre la escollera de Ribadeo y una disminución importante del mismo en todo el trayecto que va desde el Puente de los Santos hasta la boca de la ría.

    Estas observaciones coinciden plenamente con las opiniones y sondeos realizados por los prácticos del puerto y referidas por numerosos profesionales, tanto de la pesca como de la navegación comercial, sin que exista ni una sola referencia en sentido contrario.

    No parece que existan muchas dudas acerca de la relación entre estos cambios acelerados en la sedimentación y los fondos de la ría con las grandes obras realizadas sin tener en cuenta sus impactos en los últimos decenios. El Puente de los Santos –1983/1987– supuso la reducción en más de cien metros de la distancia entre Ribadeo y San Román, una zona ya altamente sensible por ser la más estrecha del tramo exterior del estuario y en la que se encuentra el bajo del Boi. Posteriormente, en 2008, se emprendió la ampliación del puente para el paso de Autovía del Cantábrico, lo que supuso una ampliación de los pilares que volvió a reducir sustancialmente el flujo de la mareas y corrientes favoreciendo aún más los procesos de sedimentación. Conviene recordar aquí que la resolución de Impacto Ambiental –BOE 8/9/99, pág. 32 773, párrafo 1.22– dice textualmente:

 ¨La ampliación del Puente de los Santos sobre la Ría del Eo se realizará, sin que en ningún caso,  ello suponga la realización de nuevas pilas o la realización de cimentaciones u otro tipo de actuación en el interior de la ría; los trabajos requeridos para modificación de esta estructura se llevarán a cabo desde el puente actual y se tomarán las medidas necesarias para asegurar que ni directa ni indirectamente se afecte al cauce de la ría ni a su entorno (…)¨ -las negrillas son de los firmantes-. Todos recordaremos aquellas enormes estructuras cilíndricas construidas en el puerto de Mirasol y trasportadas hasta el puente en grandes gabarras que sirvieron para reforzar y ampliar los pilares, incumpliendo alevosamente esta prescripción de obligado cumplimiento que, naturalmente, fue denunciada por la Plataforma por la Defensa de la Ría ante las autoridades competentes asturianas, gallegas y estatales con el correspondiente silencio administrativo como toda respuesta.

   Sobre la escollera de Ribadeo -1991/1992- solo apuntar que ocupó 22 000 metros cuadrados y se extiende a lo largo de 700 metros de longitud. Su impacto más evidente fue la reprofundización del canal en sus proximidades y la mayor acumulación de arena tanto en la parte exterior del canal, especialmente desde el puente hacia el norte como el crecimiento del tesón de Figueras y su desplazamiento en dirección Este. Conviene recordar aquí que las últimas fotografías aéreas publicadas por Flor son de 2006, es decir han pasado 17 años en los que los impactos referidos han seguido incrementándose. La escollera de Ribadeo no fue objeto de Estudio de Impacto Ambiental ni de Estudio de Dinámica Litoral, ambos preceptivos en la legislación vigente en aquella época, gracias a la triquiñuela de presentarla como una ampliación del Puerto, y al puerto deportivo llamarle Puerto de Embarcaciones Menores. Como anécdota señalar que Manuel Fraga Iribarne, entonces Presidente de la Xunta de Galicia, declaró pomposamente ¨La ría no se toca¨. Se tocó.

    No nos extendemos en otras obras menores, pero recordaremos que ya en 1957, don Isidoro Asensio Amor, catedrático de Sedimentología en la Universidad de Madrid y padre de esta especialidad en España, publicó un trabajo sobre la inestabilidad de las masas de arena en la ría y volvió a recordarlo en  1992 en La Comarca del Eo, con motivo de la escollera –“escoñera” la llamó Dionisio Gamallo– advirtiendo del riesgo de estas obras y su más que probable incremento de sedimentos por los cambios en el régimen de corrientes y sobre todo por la reducción de los flujos y reflujos mareales.

    Pero los problemas de sedimentación solo son una parte del complejo puzzle de este agraciado (y desgraciado) ecosistema. Junto con ellos, e interactuando, nos encontramos, a lo largo de los años, con una creciente disminución –valga la contradicción– de la biodiversidad. En tan solo una generación hemos visto reducirse al mínimo o desaparecer gran número de especies que no hace tanto tiempo eran habituales en todas las riberas, tesones y juncales. Berberechos, longueirós –o aguillolos-, cangrejos, almejas, ostras, andaricas, centollos, reos, barbadas, panchos y su versión menor, la rumia, orizos, escachos, xorra brava de las rocas y la gusana blanda de la arena fangosa, anguilas y angulas y hasta los mógaros y sus hermanas las bizcas se han esfumado en este proceso de degradación progresiva que de un modo u otro se relaciona con los cambios en la sedimentación y en los nutrientes de los fondos marinos y con otros muchos factores ambientales, favorecidos o propiciados por las actividades antrópicas. Solo de pasada recordaremos los numerosos puestos de trabajo que esta riqueza natural aportaba a las comunidades ribereñas, los mariscadores y mariscadoras, las flotas de bajura de Castropol, Figueiras y Ribadeo y las abundantes capturas que se hacían en La Veiga, especialmente de la angula, que no solo saciaban a los aficionados sino que aportaban cuantiosos ingresos a las familias. ¿Cuántos coches y pisos y casas y estudios se financiaron con estos recursos naturales y el trabajo de los vecinos y vecinas colindantes? ¿Acaso nos hemos olvidado de las empanadas de longueirós y berberechos y del aporte alimentario de estos bienes gratuitos que nos concedía la naturaleza año tras año? Hay que vivir en el limbo de los justos o no tener memoria para desconocer esta realidad cotidiana hace pocos decenios. Habría que añadir a estas observaciones la decreciente presencia de aves perennes y migratorias, lo que a su vez guarda estrecha relación con los medios alimenticios y que podría provocar la pérdida de la calificación de Zona de especial Protección de Aves, como ya han denunciado grupos ecologistas.

Proyecto

    Con los datos anteriores queremos llamar la atención sobre el hecho incontestable de que ningún gobierno, ni ninguna universidad, ni ninguna entidad bancaria, ha dedicado la más mínima atención a este proceso de degradación progresiva de un medio natural que ha formado y forma parte de e interactúa con las comunidades humanas del entorno. No existe ningún trabajo científico, ni ningún programa de seguimiento, ni siquiera ningún proyecto de ponerlos en marcha por parte de los gobiernos responsables o de otras instituciones cualificadas para analizar y estudiar estos procesos de degradación.  Sin embargo la publicidad turística sigue propagando descripciones fantasiosas de la ría como si nada de esto hubiera sucedido. En folletos y soportes informáticos, las dos comunidades autónomas colindantes, en un sonrojante ejemplo de hipocresía, invierten sustanciosas cantidades en divulgar una imagen de la ría que no se corresponde en absoluto con la realidad de los últimos años. Incluso en 2009 la Asociación Puente de los Santos -ayuntamientos de Ribadeo y Castropol– difundieron un libro, financiado con fondos europeos,  destinado a los colegios y editado con la máxima calidad y cientos de fotografías, que describe con toda minuciosidad una serie de elementos biológicos –moluscos, aves, peces, algas, etc.– que, como hemos dicho anteriormente ya no existen o están en proceso de extinción, ofreciendo a los estudiantes una versión idílica y fantástica de la ría y pasando de puntillas por las numerosas agresiones antrópicas que han llevado a la situación actual.

Plano actual

   Resulta obvio que esta construcción de una imagen publicitaria falsa no es inocente ni baladí y responde a unos intereses determinados que en gran medida están en la base de proyectos como las escolleras y los puertos deportivos como el que ahora discutimos. ¿Si la ría sigue siendo un paraíso natural, de qué nos vamos a preocupar? Sigamos adelante construyendo diques y obras innecesarias, que la naturaleza puede con todo. Como anécdota, el mismo día de la protesta en Figueras (“Muro no, Figueras sí”) el ayuntamiento organizaba una jornada de observación de aves en la ría (¡!).

Recreación del resultado

   La Ría del Eo/Ría de Ribadeo cuenta con todas las normas de protección vigentes en Europa, pero no existe una norma específica para este espacio natural que determine concretamente cuáles son las medidas aplicables en cada caso para hacer efectivos los principios generales de las figuras de protección aprobadas por los estados y la Unión Europea. En 1982 la ría fue declarada Reserva de Caza y, probablemente, ésta sea la única normativa que se viene cumpliendo regularmente. En 1989 fue incluida en el registro de Zonas de Especial Protección de Aves, en 1994 Convenio Internacional de RAMSAR y posteriormente incluida en la Red Natura 2000 y Reserva de la Biosfera, aprobada definitivamente en 2013. Además, las CCAA asturiana y gallega han aprobado sus propias medidas legislativas en el ámbito de sus competencias. No podemos pasar por alto la incongruencia de que un espacio natural que por sí mismo no puede entender de fronteras administrativas tenga dos figuras de “protección” diferentes, delimitadas por una línea imaginaria trazada en un despacho. Como hemos dicho, todas estas normas internacionales solo se pueden concretar a través de medidas específicas aplicables a cada caso concreto. De lo contrario no sirven para nada. Y se cae de su peso que la redacción y aprobación de un decreto que especifique lo que hay que preservar, lo que está en riesgo de extinción, lo que hay que estudiar en lo sucesivo y la forma de hacerlo es una decisión política que compete a las autoridades responsables, como lo es el hecho de posponer indefinidamente la decisión de aprobar estas normas específicas para que puedan ser eficaces. En este contexto las administraciones públicas interpretan los criterios generales con un amplio margen de albedrío y aplican en cada caso las medidas que consideran oportunas en función de presiones políticas o intereses particulares.

    EL FARO DE LA ISLA PANCHA

    Un ejemplo reciente que ilustra perfectamente lo que decimos. En diciembre de 2013 la Autoridad Portuaria del Ministerio de Fomento puso en marcha el Programa “Faros de España” que se proponía destinar a uso alternativo –cultural, turístico, etc– más de 180 faros de señales marítimas que se encontraban en desuso o infrautilizados. En 2014 se iniciaron las gestiones para convertir el Faro de Ribadeo en unos apartamentos turísticos y una cafetería, llevándose por la vía de la adjudicación directa y sin concurso abierto, y con una asombrosa opacidad informativa, ya que rn 2014 el ayuntamiento de Ribadeo dio su informe favorable sin comunicarlo a los vecinos ni advertir de lo que luego comentaremos. A los pocos días se constituyó el colectivo ¨Por Nuestro Faro ¨que exigía el uso social del edificio y el acceso libre a la isla por su valor histórico y emblemático frente a un proyecto de privatización con fines mercantiles. El Defensor del Pueblo gallego, tras asesorarse con la Sociedad  Española de Ornitología SEO BirdLife, denunció la ausencia del preceptivo Estudio de Impacto Ambiental por formar parte de la Red Natura 2000 el espacio afectado. Hasta ocho veces se manifestó la oficina del Defensor reiterando dicha carencia legal, la última en octubre de 2018, sin que sus declaraciones obtuviesen la más mínima atención por las autoridades locales, autonómicas ni estatales. Tampoco las denuncias continuadas del colectivo “Por Nuestro Faro” consiguieron que se aplicase la ley. 

    VERTIDOS

    Demos un breve repaso a la cuestión de los vertidos y su depuración. Desde la Plataforma por la Defensa de la Ría se enviaron numerosos escritos a distintas instituciones proponiendo que se crease un registro de vertidos domésticos, industriales, ganaderos, etc. como paso previo e instrumento imprescindible para su eliminación progresiva. Se entiende que hablamos de vertidos por lo menos desde Puentenuevo, incluyendo Trabada y el resto de los concejos colindantes. Pensábamos ingenuamente que la Reserva de la Biosfera podría ser un medio de coordinación y planificación eficaz, pero el grave problema de los vertidos sigue siendo un misterio insondable, nunca mejor dicho. Esto requeriría una mínima sensibilidad  en la sociedad y una cierta voluntad política en los concejos que están lejos de alcanzarse. En el año 2012 se inauguró una nueva conducción de residuales en Ribadeo y una depuradora que recoge la mayoría de las emisiones domésticas, pero algunas de las bajantes del casco urbano no fueron conectadas, por razones que desconocemos, y siguen vertiendo a la ría sin depuración. La más evidente se encuentra en el muelle de Porcillán, y a la vista de todo el mundo. Asimismo, cuando hay lluvias intensas, se producen fugas en varios puntos que salen directamente al mar. Desconocemos informes sobre el funcionamiento de la depuradora, pero después de 11 años la desembocadura del río de Villaselán no presenta signos de regeneración. En este punto salían al mar las emisiones de la antigua Estación de Tratamiento de Residuales Urbanos que funcionó durante veinte años y dejó aquel espacio convertido en un lodazal inerte y absolutamente incompatible con cualquier tipo de vida vegetal o animal. Tenía un emisario roto durante años en varios puntos y aún siguen allí los restos de aquella conducción. La nueva depuradora vierte en el mismo lugar a un emisario submarino cuyo estado deconocemos pero, como hemos dicho, no hay ningún signo externo de restauración de aquel espacio antiguamente muy rico en biodiversidad y muy rentable en la captura de mariscos y pescados. En  2017 se inauguró una nueva depuradora en el concejo de Castropol, en terrenos de San Juan de Moldes, próximos a la ría  y en 2018 se completó la conexión de la conducción proveniente de Vegadeo. Anteriormente ambos concejos vertían sus residuales prácticamente sin depuración en condiciones deplorables. Sin embargo Las Campas, Piñera, Seares y parte de San Juan de Moldes no fueron conectadas.

    En resumen no existe un plan de saneamiento integral de los vertidos a la ría, pese a algunas actuaciones que acabamos de reseñar y ni siquiera se conoce la entidad real de este problema, ni existe una voluntad política de resolverlo en un plazo razonable. Para no extendernos, recordaremos simplemente la degradación biológica que antes hemos comentado y la publicidad engañosa que emiten las administraciones y empresas turísticas sobre las bellezas y riqueza natural de este espacio que está muy lejos de compadecerse con la realidad que todos conocemos. Recordaremos una vez más los recursos económicos y los puestos de trabajo perdidos  a causa de la degradación biológica que venimos comentando.

    MOVIMIENTOS VECINALES

    A lo largo de los años han surgido diversos movimientos y colectivos que en alguna medida han venido dando respuesta a las necesidades de conservación de la ría y denunciando, siempre con escasos medios y los conocimientos justos, algunas de las políticas más llamativas ejercidas por los gobiernos, tanto por acción como por omisión. Entre estos mencionaremos a la Plataforma por la Defensa de la Ría que nació en el año 1992 por el rechazo a la ¨escoñera¨ de Ribadeo y agrupó a gentes de las dos orillas con una notable actividad durante más de veinte años. En la actualidad mantiene alguna actuación esporádica de escasa relevancia. “El Tesón” fue otra Asociación vecinal de Ribadeo y participó en diversas actividades y movilizaciones relacionadas con la conservación de la ría durante unos 15 años. Y, recientemente, vecinos de As Figueiras se han organizado en la Asociación BioEo.
 

    EL MURO DE FIGUERAS

    Ya en 2001 el Principado lanzó sus primeros sondeos para construir el dique de abrigo del club náutico (que no del puerto, que desaparece), y la Coordinadora Ecoloxista de Asturies se dirigió a la Viceconsejería de Medio Ambiente, exigiendo un verdadero estudio de impacto ambiental, un estudio serio de mareas y corrientes marinas, y advirtiendo que la implantación de una escollera tendría consecuencias imprevisibles para la navegación en la orilla de Figueras, por la cercanía de la citada obra y el tesón la Berlinga. En el mismo escrito, la Coordinadora recordaba, no sin escandalizarse, que en su día el Principado se unió a las protestas contra la Escollera de Ribadeo, lo cual era contradictorio con plantear una nueva escollera en la banda Este de la Ría. La propia coordinadora es una de las alegantes en el año 2022 contra el proyecto, y no pidiendo su reforma o adaptación, sino su retirada absoluta e inmediata. Con el silencio como, hasta ahora, toda respuesta.

    En las últimas semanas ha nacido BIO-Eo-Figueras al calor del descontento generado por el proyecto que aquí comentamos y en sus inicios se aprecia un potencial crítico y una capacidad de movilización social que permite augurarle un futuro activo y eficaz. El desafío al que se enfrenta no es pequeño porque el Gobierno Autónomo de Asturias y no pocas fuerzas locales están decididos a llevar adelante la nueva felonía de montar otra escollera, con el fin de privatizar todo el puerto de Figueras en beneficio de un club náutico, muchos de cuyos socios ni son de Figueras ni tienen su segunda residencia en el pueblo. El proyecto incluye la demolición del espigón vertical y la rampa central, con lo que los vecinos que no sean socios no podrán acceder al que todavía hoy es su puerto, salvo desde el paseo del muelle o, en el mejor de los casos (algo que ni siquiera está escrito en el proyecto) desde la misma escollera. Además, la misma escollera, que prolonga en paralelo al puerto la ya construida hace algunos años en 180 metros, constituiría un muro que impediría ver la misma ría desde el muelle. Y no solo es eso: de construirse, la escollera tendría su base apenas a dos metros del tesón, salvo que se hagan constantes dragados de la zona, porque el estudio del catedrático Germán Flor demuestra sin lugar a dudas que el tesón se acerca a Figueras inexorablemente. Esos dragados constantes, como es también obvio, harían muy difícil la navegación, además de la supervivencia de los cultivos marinos de la orilla asturiana. Por último, pero tal vez sobre todo, arrojar miles de toneladas de piedra y tierra a la ría, es un auténtico atentado contra una ría ya herida de muerte por las pilastras del Puente de los Santos y su posterior ampliación, la escollera de Ribadeo, y la consiguiente colmatación de todo su lecho. La consecuencia de todo ello es la progresiva desaparición de moluscos en la ría, y como consecuencia, la progresiva emigración hacia otros espacios de las aves. La ría se muere poco a poco, y esta escollera puede ser la puntilla.

    No dejaremos de recordar que algunas asociaciones culturales y sociales de los concejos colindantes se han mantenido al margen de cualquier crítica o movilización social orientada a la conservación de la ría y a evitar el deterioro al que hemos llegado, pero este no es el momento de entrar en más detalles sobre esta cuestión. Pero es dramático que la defensa de la naturaleza, de todas esas figuras de protección que protegen a la Ría del Eo/Ría de Ribadeo, tengan como únicos defensores a grupos de autoorganización vecinal como la Plataforma de Defensa de la Ría, ahora BioEo Figueras, o desde siempre las organizaciones ecologistas, cuando deberían ser las instituciones públicas quienes las protegieran e hicieran cumplir.

      En general, salvo alguna actuación concreta no siempre negativa, los partidos políticos que han gobernado en los concejos, o han ejercido la oposición o se han abstenido de desarrollar políticas coherentes con los fines que se transmiten en este escrito. Ningún partido político ha tenido un programa o ha seguido una política continuada de defensa del ecosistema, muchas veces en franca contradicción con sus postulados ideológicos o sus acciones en otras zonas de Asturias o Galicia. Tampoco se han esforzado por aportar información o generar estudios o investigar en parcelas de su competencia que pudiesen conducir al menos a aliviar el grave deterioro de la ría que aquí denunciamos, ni tampoco se han valido de sus recursos y contactos con gobiernos o parlamentos en la misma dirección. Asimismo, su apoyo a los movimientos sociales ha sido mínimo o esporádico y muchas veces oportunista, y algunos se ha enfrentado abiertamente con las justas reivindicaciones de los vecinos. Incluso en algunos casos los gobiernos municipales han apoyado u ocultado manifiestas ilegalidades, no solo puntuales sino persistentes. Ello no ha impedido que, por lo general, los políticos profesionales locales se hayan erigido en paladines del medio ambiente mediante la proverbial publicidad institucional.

    En el caso de Asturias es lícito sospechar, o más bien deducir, que la privatización y ampliación del puerto de Figueras se debe a una política general del Principado que, ante la desindustrialización y la progresiva asfixia de la pesca, la ganadería y la agricultura, apuesta todo el futuro de la región al turismo, y en concreto a la conversión de sus puertos públicos en clubes náuticos privados. La escollera de Figueras es el epítome de esa política, que quiere convertir a los ayuntamientos en una correa de transmisión de esas grandes líneas que llevan a la conversión de Asturias en un “paraíso exnatural”, consagrado a la construcción de segundas residencias y amarres en puertos deportivos. El de Castropol está a tiempo de sacudirse ese papel y de convertirse en defensor de la voluntad de sus vecinos y del aún precioso espacio natural y privilegiado de la ría. La acción del hombre en ella ha sido nefasta, sí, pero siempre se está a tiempo.

    A MODO DE CONCLUSIÓN

    La lucha contra la escollera/muro de Figueras es la última de las emprendidas por una ciudadanía que se siente huérfana, inerme frente a las constantes agresiones contra la Ría de Ribadeo/Ría del Eo, y debe servir de nexo para todos los ribereños que de verdad aman este maravilloso paraje, que nos dio refugio, trabajo, vida y belleza durante siglos, y que no podemos permitir que agonice sin mover un dedo. Ciudadanos que creen que la ría puede ser un espacio para el goce, pero también una fuente de vida y de trabajo, en una agenda verde horizontal y abierta, que permita compatibilizar la belleza y el disfrute con el trabajo y la pesca, incluso con un turismo ecológico y sostenible, no el invasivo de las motos náuticas y los “barcoplones”. Los vecinos de Figueras han unido sus manos, y ahora esperan las manos de los de Ribadeo, Vegadeo y Castropol. Nunca es tarde, aún estamos a tiempo.

 Evaristo Lombardero Rico y Gonzalo Moure Trenor

BioEo


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