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EL MEJOR AMIGO DEL HOMBRE ES EL TURRÓN. Diario de un confinado en Olavide. Ángel Alda


 

Escaparate del Horno La Santiaguesa. Madrid.

EL MEJOR AMIGO DEL HOMBRE ES EL TURRÓN

   18 de diciembre 2020

   Condensación. Es el fenómeno de conversión del vapor en agua. Los que usamos gafas en estos tiempos de mascarillas ya estamos acostumbrados. Primero la mirada se te empaña y poco a poco el vaho se establece como una humedad densa en los cristales otorgando a tu mirada una calidad acuosa, lacrimosa, a veces opaca.

   Vemos el mundo desde el fondo de una piscina. A veces prefieres quitarte las gafas y caminar inseguro, medio ciego, como Rompetechos. Otras te paras y procedes a limpiar los lentes con parsimonia, como si tuvieses todo el tiempo del mundo. Mal hecho. El frío y la humedad quedan instalados como cera Alex en los cristales y el vidrio alcanza una condición óptica de espejo antiguo. La mirada se vuelve mineral, los objetos pierden volumen y la realidad física parece congelada.

   Creo que es una de las mejores metáforas para explicar lo que estamos viviendo. Mucho mejor que cualquier pesadilla de nocturno asalto. La vida está condensada. La visión humedecida y plana. Y nuestros sentimientos congelados en una mueca de dolor desprovista de rasgos humanos, como de marioneta.

   Dicen que ya queda poco. Pero mientras llega el momento de poner el cartel de the end la dispersión mental, la sensación de caos y de miedo se apropia de nuestros corazones.

   Coletazos. Latigazos finales. Estampidas de ruido y furia. O desamparo. Esa es nuestra vida justo en el momento de las fiestas de invierno, de la Navidad. El mundo se divide entre iconoclastas del festejo y adoradores del mito cristiano. Y así no hay forma. Si fuera por los epidemiólogos, todos en casa. Si fuera por los doctrinarios, de marcha por belenes y misas del gallo sin solución de continuidad.

   Yo me voy a limitar, a falta de sueños que relatar, a recuperar la dulzura del mundo y recitar la salmodia, los conjuros de la navidad laica y popular.

   Aquí los tienes como promesas, como compensaciones, como encuentros de paz.

Mantecados,
mazapanes,
turrón de Jijona,
polvorones,
peladillas,
alfajores,
roscos de vino,
guirlache,
turrón de Cádiz,
hojaldres,
cordiales,
flores,
panecillos de Belén,
cortadillos,
paparajotes,
sultanas,
orejones,
pasas,
tortas,
yemas de almendra,
piñonadas,
perrunillas,
zurracapote,
dátiles,
mazapán,
pastelillos de calabaza,
marquesitas,
anguilas,  
pastissets de moniato,
almendras garrapiñadas,
rollets de ví,
orejas de fraile,
zayuelos,
pan de higos,
albocabes,
pasteles de yema,
amarguillos,
cocadas,
pestiños,
miguelitos,  
piononos de Santa Fé,
suspiros,
lagrimillas,
bienmesabes,  
bizcochos borrachos de Guadalajara,
neulas,
cascajos,
bartolillos,
limonadas,
respirillos,
bolas de coco,
melindres,
librillos,
buñuelos de castaña,
casadielles,
frutas escarchadas,
barquillos,
piruletas del niño Jesús,
castañas confitadas,
pasteles de gloria,
hojuelas,
intxaursalsa,
panellets,
ensaimadas del cura…

Posdata:

Una. Ya tenemos ley de eutanasia. Ya no hace falta morir rabiando.

Dos. Que tengan ustedes unas felices fiestas y un próspero año nuevo. Me despido con amor hasta el próximo año si Dios quiere.

Besos y fuerza para todas.

Ángel


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