ENTRANDO EN LA MARIÑA CON MOSQUEO.
Domingo 5 de julio
Empezaba el Diario en su primera parte con la historia de aquel madrileño del interior que llevó la pandemia a la costa gallega por culpa de su mala cabeza. Pues resulta que la pandemia llegó pero el madrileño del cuento no tuvo nada que ver.
Bomberos, marineros, gentes del común se están infectando en los últimos tiempos por su cuenta y riesgo. Y las autoridades autonómicas han decidido tapiar la franja litoral de Lugo, la comarca de la Mariña, durante cinco días. Un periodo que no corresponde a ningún cálculo epidemiológico pero si conviene al desarrollo de la campaña electoral que se desarrolla en estos momentos en la región. Estaría muy mal visto que las elecciones tuvieran que suspenderse por la tontería de un confinamiento inoportuno.
Y aquí estamos nosotros recién llegados como heraldos de la catástrofe. También es casualidad llegar a nuestra casa de verano justo ayer, pocas horas antes del decreto de confinamiento comarcal.
Mañana estaremos imposibilitados de ir a las playas del otro lado de la ría que son territorio asturiano prohibido. Los bares y restaurantes vuelven a estar al cincuenta por ciento de capacidad y las autoridades locales piden que si se puede nos quedemos en casa.
Cuando está a punto de salir de imprenta el libro del Diario de un Confinado en Olavide este corresponsal se siente tentado de escribir la Segunda Parte pero esta vez desde el rincón y la cercanía de los balcones que dan a la Ría de Ribadeo.
Sólo tentado. Veremos si el ánimo da para algo más que unos chascarrillos.
Si me da por ahí, mañana sigo.