Imaxe de José Mª Rodríguez, cabeceira do seu blog |
José María Rodríguez Díaz nunca nos dejará. Creo en la inmortalidad del espíritu. Creo en la huella imborrable que dejan las obras de personas dedicadas a investigar, divulgar y promover hechos que conforman legado socio cultural para mejor gloria de nuestra identidad como pueblo y comunidad ciudadana.
Querido maestro: Tuve la suerte de encontrarte en aquella tertulia radiofónica que con tanto acierto y respeto nos organizaba Beni Mántaras. Comparto contigo y con Antonio Gregorio el orgullo de pertenecer -por encima de otras consideraciones geopolíticas- a un territorio noble por su historia. Siempre defendimos nuestra adscripción a la provincia con capital en Mondoñedo. Nos enseñaste la grandeza de nuestra Britonia. Tengo en mis manos tu trabajo de investigación sobre tu querida parroquia de Vilaselán. Tus dos estudios sobre el Monasterio de Esperautano y su Coto. La indispensable aportación a la historia de tu natal y querido Ribadeo sobre La Colegiata.
Aunque ambos somos más de pluma estilográfica que de ordenador, no por ello renunciamos a poner la máquina al servicio de la creatividad histórica y cultural. Por ello, confieso que, en mi relación de favoritos, disfruto con tu página encabezada como Diócesis de Mondoñedo-Ferrol. Y es que Santa Catalina dejó semillas de inquietud eterna entre alumnos y profesores.
Le recomiendo a mi amigo Vidal Martínez-Sierra, que amén de cuidar el Monasterio de San Salvador, siga la historia-leyenda de los Caballeros Templarios, desde tu trabajo “Presencia de los Templarios en Ribadeo”. A nuestro querido Cronista Antonio Reigosa, alcaide del mágico Mondoñedo, entre Cunqueiro y Don Enrique Cal Pardo, que haga como yo, repasar a modo de consulta tus acertadas consideraciones sobre ese lugar rico en aguas, pan y latín.
Intenté convencerte, desde el faro de Punta Atalaya, para que tú y los demás amigos de O Tesón, no abandonarais el “Argos” de la cultura. Lo mismo que, te debemos, seguir con la antorcha del relevo para exigir el derecho a que nuestros mayores, y nosotros mismos cuando llegue la hora, podamos seguir disfrutando de la ciudadanía desde un centro de cuidados para ese fenómeno demográfico que es el envejecimiento, sin la terrible soledad que produce la deslocalización.
Prometo solemnemente, por Maelok, Obispo Sarmiento, El Conde Osorio, El Mariscal Pardo de Cela y su esposa Isabel de Castro, que seguiré contándoles a nuestra muchachada que Ribadeo fue sede Episcopal con Catedral, y cómo tras maniobras políticas de mediados del XIX, buenas gentes trataron de recuperar la provincia, con la anuencia de galaicos-astures unidos por El Eo.
Nos veremos en Isla Pancha.
Pablo Mosquera Mata